¿Porque le llaman pipi, cuando quieren decir piojo?
Después de tanto tiempo trabajando en nuestros centros, de haber conocido infestaciones de todos los niveles y haberlas resuelto con éxito en todos los casos en una sola sesión, los especialistas de Kids&Nits, tenemos además de la satisfacción del trabajo bien hecho, mil y una anécdota a cual más divertida, porque una vez que nuestros clientes entran en los centros especializados de Kids&Nits, para hacerse el tratamiento, la naturalidad y la tranquilidad se apodera de ellos, propiciando un ambiente distendido y relajado. Es en este momento cuando nos hacen partícipes de todas las visicitudes por las que han pasado luchando contra los piojos…. bueno quiero decir, pipis, bichitos, hormis, mosquitillos, bichejos, piojitos, chiquitines, pios…. -estos son los que puedo transcribir, existen otros sinónimos, más… digamos, malsonantes- la lengua española es riquísima y recurrente, así que se ha creado en torno a la pediculosis, un sin fin de sinónimos que soy incapaz de retener porque lo que esta claro y esto es denominador común, es que casi nadie, se atreve a pronunciar la palabra PIOJOS.
Los más valientes, la usan como diminutivo, piojitos o piojillos. El poder del diminutivo hace que la cosa sea más llevadera, igual hay cientos de ellos en una cabellera, pero… son piojitos, es otra cosa. Este grupo como disminuye al pobre piojo, no tiene pudor para decir liendre, compensamos pues la degradación del piojo a un simple piojito usando la palabra liendre sin miedo.
En una escala anterior están los que ni en diminutivo se atreven a decirlo y el pobre pediculo capitis, se queda en un pipi, claro que no corre mejor suerte la liendre, que se queda en huevecito, ni a huevo llega. Sin duda una infestación de pipis y huevecitos, es pecata minuta comparada con una infestación de piojos y liendres, aunque en número sea mayor el primer caso, pero no hay color, un piojito es infinitamente más peligroso que un pipi.
Pero los mejores, son los que no hablan, los que te dicen que el niño tiene… y señala la cabecita del infante. Por supuesto explican con pelos y señales como, cuando y donde detectaron -vuelven a señalar la cabeza del niño- haciendo auténticos ejercicios de mimo para que quede clarísimo que son piojos sin articular “la palabra”
Al lenguaje oral, hay que añadirle el corporal, nadie se libra de rascarse y repetir una y otra vez “me pica todo”, mientras les explicamos los pasos que vamos a ir siguiendo a lo largo del tratamiento. 

Los primeros minutos, les parecemos extraterrestres, nos preguntan “y… vosotros no os contagiáis?” Bueno, si un piojo es capaz de taladrar un gorro, un elástico y un turbante y además pasar la barrera de repelentes que usamos, le llamaremos Mc Giver – anda, otro sinónimo-
No mejora nuestra imagen de “raros” hasta que no acaba el diagnóstico y empezamos a tranquilizarlos, a normalizar el problema, a explicarles que sus casos son idénticos a los cientos de casos que atendemos a diario en nuestros centros, a descargarlos de la culpa por que sus hijos se han contagiado y no lo han detectado a tiempo, a demostrarles que están en las mejores manos y maquinaria en ristre empieza la batalla contra… -me estoy señalando la cabeza-
Tenemos los mejores clientes que se pueden tener, nos confían sus cabezas y las de sus hijos y además nos premian con ratos súper agradables. Gracias a todos.
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